Internet y depresión:
El cachorro humano nace cableado pero necesita de un Otro que lo “encienda”.
Lo que activa el sistema biopsicoemocional humano en un bebe es la emoción a través de las caricias y las palabras, es decir, el contacto real, tangible, atento y con intención de cuidado amoroso que brinda un Otro.
En la era de Internet el significado de “contacto” ha variado y se ha clonado, perdiendo subjetividad. Eso no impide que puedan lograrse contactos reales a través de los medios digitales. La clave es la veracidad con que cada persona se acerca a la pantalla. Es importante el grado de verdad respecto de lo que se dice de sí mismo tanto como la intención de por qué y para qué busco ese “contacto”.
Sucede el mismo efecto emocional que sentimos al salir de una película que nos encantó o al descubrir el primer defecto grave de la persona que nos enamoramos perdidamente: frustración.
La realidad virtual se siente encarnada de tal manera que tiene apariencia de real. Al confrontarnos con la propia vida, la desilusión genera sensación de impotencia y hace que la persona vuelva a consumir más ilusión. Esto se transforma en un círculo vicioso sintomático.
Estoy en condiciones de decir que la depresión es un trastorno que tiene características de pandémico, que se da de forma encubierta, mientras lo que se ve y se muestra en la superficie son máscaras espléndidas de éxito y de perfección “fotoshopeada”.
Solo el contacto real amoroso y compasivo puede sacar a las personas de un estado deprimido, sea a un otro o a sí mismo, aunque este se logre a través de las pantallas. Podemos engañar a muchos, incluso por un tiempo a nosotros mismos, pero no podemos engañar a nuestro cerebro ni a nuestras neuronas espejo que leen las emociones y nos “conectan”.
María Isabel Davidziuk